Por Renata Roa
Hay películas que ves… y hay películas que te ven. Las locuras, la nueva producción mexicana que llegó a Netflix este 20 de noviembre, cae justo en esa segunda categoría. La historia sigue a varias mujeres en un día lluvioso en la CDMX, cada una sosteniendo su propia cuerda floja emocional. Nada extraordinario, nada aspiracional o lejano. Y justo por eso, cuestiona. Porque te puedes espejear.
Lo que pasa en pantalla no es “locura”. Es humanidad sin maquillaje. Es este secuestro amigdalino, tan natural para el ser humano, que nos desconecta de la corteza prefrontal y nos limita a ver las consecuencias de nuestros actos. Puede ser una mezcla de cansancio, expectativa y presión que tantas veces se queda atorada entre la garganta y el estómago y que agita constantemente al sistema nervioso central. Es el momento en el que la vida deja de pedirte que seas fuerte y empieza a exigirte que seas honesta contigo, que sobrevivas, que luches porque otros lo hagan y es cuando a veces, un mal día, puede salirse de control y abrir la puerta a ver las otras realidades y complejodades del ser humano y sus interacciones.
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