Document
Por Sofía Pérez Gasque

La inteligencia artificial (IA) no es solo la revolución tecnológica más importante de nuestro tiempo; es también una de las nuevas fronteras de poder económico. Y como toda frontera, plantea una pregunta urgente para las mujeres empresarias: ¿seremos protagonistas o espectadoras de este cambio?

Hoy, la IA está transformando industrias completas, desde la salud hasta el comercio, desde las finanzas hasta la educación. Automatiza tareas, acelera procesos, predice comportamientos, personaliza experiencias. Las empresas que adopten y dominen estas tecnologías tendrán ventajas competitivas que definirán su éxito en la próxima década.

Sin embargo, la participación de las mujeres en el ecosistema de IA sigue siendo alarmantemente baja. Según datos de la UNESCO, solo el 22% de los profesionales de IA a nivel mundial son mujeres. Y en el mundo del emprendimiento tecnológico, menos del 3% del capital de riesgo va a startups fundadas por mujeres, una cifra que se mantiene prácticamente igual en la última década.

El riesgo es evidente: si las mujeres empresarias no se suben a la ola de la IA, no solo quedarán fuera de los sectores más rentables del futuro, sino que la brecha económica y de oportunidades se profundizará aún más.

Pero aquí es donde también se abre una oportunidad histórica.

La IA, bien utilizada, puede convertirse en una herramienta democratizadora. Puede permitir a las mujeres empresarias escalar sus negocios más rápido, entender mejor a sus clientes, optimizar operaciones, entrar en nuevos mercados y competir de tú a tú con empresas mucho más grandes. Herramientas de IA como la automatización de marketing, análisis de datos, chatbots, diseño asistido y generación de contenido ya están disponibles a costos accesibles para negocios de todos los tamaños.

SUSCRÍBETE PARA LEER LA COLUMNA COMPLETA...

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.