Por Sonia Garza González
En los últimos años, casi al cierre de los mismos, México se reserva pronósticos económicos de crecimiento. No sé si les pasa, pero resulta chocante que todos los días la clase trabajadora haga esfuerzos, muchas veces extraordinarios, con el objetivo de producir y generar dinero, como para oír o leer esas noticias que no son nada alentadoras.
¿Qué significa pronóstico reservado? En términos generales se trata de una idea incierta o que no puede predecir con seguridad cuál es el balance de una situación, pero en materia económica, se entiende que, aunque exista actividad productiva no existe un ritmo de crecimiento.
Si ponemos atención a las noticias, es frecuente oír del PIB, que se traduce en la suma del valor (en dinero) de todos los bienes y servicios de uso final que genera un país o entidad federativa durante un período (comúnmente un año o trimestre).
Los especialistas son doctos en analizar y comentar acerca del impacto que se da en la economía ante procesos electorales, gobernanza, inversión nacional e inversión extranjera, las relaciones diplomáticas, la deuda del país, la inflación… y una larga lista. En tanto que la ciudadanía de a pie ―como usted, como yo― vemos que se requiere la participación de al menos dos ingresos para cubrir los gastos familiares, que se posponen vacaciones, que da miedo enfermarse.
Cada vez el dinero vale menos y se necesita más para comprar las mismas cosas. A esto se le llama inflación, que es un fenómeno económico que se caracteriza por el aumento generalizado de los precios de bienes y servicios. Se supone que un país procura mantener una inflación controlada porque es importante mantener el poder adquisitivo de las personas y al mismo tiempo estimular la producción de bienes.
¿Cuáles son los factores o causas del estancamiento de la economía nacional? ¿Acaso la política fiscal no está funcionando? ¿Cómo van las estrategias que nos promueven acerca del gasto público?
No se necesita instrucción de macroeconomía, para responder rápidamente cuáles son las consecuencias de dicho estancamiento. Segura estoy que no son limitativas, pero sí enunciativas: Desempleo, déficit en el consumo interno, inseguridad, corrupción, poca capacidad para ser productivos, competitivos, marginación, migración desbordante (que en muchas ocasiones se da al margen de la legalidad), inestabilidad.
Presidenta Nacional de la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresa (AMMJE) 2020-2026, Consejera Nacional de COPARMEX, de COPARMEX NL y de CAINTRA NL. Seleccionada en 2022 y 2023, como una de las 100 Mujeres Poderosas de los Negocios por la revista Expansión.
Cuando abro este artículo, anotando que, en los últimos años, casi al cierre de los mismos, nuestro país se reserva pronósticos económicos de crecimiento, me refiero a la sensación escalofriante que leí –cual maldición gitana― que Banxico anunció recientemente que “ha moderado sus proyecciones sobre la economía mexicana”, de 1.5 en comparación con 2.4 que se esperaba a inicios del año.
Una cosa es la resiliencia, pero otra muy distinta es dar vueltas a la noria.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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