Por Yohali Reséndiz
“No hay palabras que puedan describir el dolor de perder a una hija. Es una herida que nunca cierra, un vacío que se instala en el alma y que el tiempo no puede sanar".
Cuando te arrebatan a tu hija, cuando su vida es apagada por manos que nunca debieron tocarla, el dolor se convierte en rabia, en impotencia, en una lucha interminable por justicia.
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