El impacto a la salud mental: el costo oculto de Roe

La revocación al acceso al aborto legal y seguro en EUA fue un fuerte golpe a la lucha social a favor de la justicia reproductiva y los derechos humanos.

El impacto a la salud mental: el costo oculto de Roe
Por Aline Guzik Duno

* Maestra en Administración Pública por la Universidad de Columbia y Asociada Joven PJ COMEXI.

Hace apenas dos semanas, la Suprema Corte de Estados Unidos (SCOTUS) revocó el acceso al aborto legal y seguro en el país, un derecho que se logró consolidar en 1973, gracias al caso emblemático Roe v. Wade. Si bien no fue una sorpresa, el mundo entero se quedó paralizado al ver cómo, en tan poco tiempo, miles de mujeres y personas con capacidad de gestar perdían un derecho constitucional, un fuerte golpe a la lucha social a favor de la justicia reproductiva y los derechos humanos. Incluso el presidente estadounidense Joe Biden lo calificó como “un día triste para la Corte y el país”.

Ahora bien, sin afán de coartar las múltiples opiniones y puntos de vista del público lector –e independientemente de la complejidad de la coyuntura nacional que enfrenta Estados Unidos en torno a la polarización social y el pánico colectivo por la violencia de las armas, así como el debate respecto a su desregularización– el objetivo de este texto es exponer brevemente el por qué, una de las decisiones judiciales más impactantes de la sociedad estadounidense, debe importarle al mundo especialmente cuando el debate rara vez se enfoca en un punto crucial: las afectaciones a la salud mental de las mujeres.

Hace tres años, un estudio pionero de la Universidad de California en San Francisco concluyó que negar el acceso a interrumpir el del embarazo de manera legal está asociado con una peor salud física y mental que en personas que lograron llevarlo a cabo. Dicho de otra forma, la Asociación Americana de Psicología coincide que “las personas a las que se les niega el aborto tienen más probabilidades de experimentar mayores niveles de ansiedad, menor satisfacción de vida y menor autoestima en comparación con las que sí se les permitió abortar”. Estos datos no solo desmienten el mito de que abortar está automáticamente vinculado con tener problemas de salud mental, sino que ejemplifica lo que se vivió ese viernes, 24 de junio.

Un reportaje de Los Angeles Times permitió dar un vistazo a una clínica de salud en San Antonio, Texas, cuando el personal y los pacientes se enteraron de la noticia. En resumen: hubo pánico, llanto, y desesperación. Otro de los casos más sonados fue el de una niña de 10 años sobreviviente de una violación sexual que se vio obligada a trasladarse de su natal Ohio a Indiana para tener acceso a un aborto seguro. Es difícil imaginar, y más poner en palabras, la angustia y miedo de esta niña al saber que estaba obligada a llevar a cabo su embarazo no deseado, además del trauma que ya tenía por haber sufrido una agresión de tal magnitud.

Tras hacerse pública la decisión de la Suprema Corte, el presidente de la Asociación Americana de Psicología criticó el fallo, asegurando que no solo sienta un precedente importante que ignora a la ciencia, sino también “agravará la crisis de salud mental que ya sufre Estados Unidos". Dicho comunicado pone de relieve que las personas que viven en pobreza extrema, las comunidades marginadas, o aquellas discriminadas por motivos de raza, color o identidad de género se verán aún más afectadas por esta restricción. Parafraseando a George Orwell, “la salud mental se verá dañada por igual, pero la salud mental de algunos se dañará más que la de otros”.

Como dije al principio, el fallo de cinco jueces causó una ansiedad global. Y es que contrario a lo que se pudiera pensar, el dictamen no se trata únicamente de un asunto nacional. No fue casualidad, por ejemplo, que el día de la decisión de SCOTUS, la Organización Mundial de la Salud (OMS) twitteó una serie de gráficos defendiendo al aborto seguro como un asunto esencial para mujeres y niñas. Sin mencionar el caso de Estados Unidos, el mensaje fue contundente: se trataba de un precedente que podría comprometer el avance de la justicia reproductiva en todos lados. Los dirigentes de Canadá y Francia también decidieron involucrarse en el asunto, asegurando a su población que el aborto era una libertad fundamental que seguiría protegida en sus países.

Históricamente, Estados Unidos siempre ha llevado la delantera en la lucha a favor de los derechos reproductivos y con Roe, esto podría cambiar. Pareciera que lo que yo llamaría ‘la estafeta del pañuelo verde’ lo lleva ahora América Latina, pues en los últimos dos años, Argentina, México, y Colombia lograron despenalizar el aborto. Un artículo reciente de la revista Foreign Affairs argumenta el por qué ahora activistas estadounidenses deberán “buscar inspiración en el extranjero para recuperar los derechos que muchos daban por sentados”.

Como mexicana viviendo en Nueva York por casi cuatro años, puedo atestiguar que la conmoción que se sintió entre mujeres y personas afectadas de la comunidad Latina fue la misma que sintieron las neoyorquinas, y eso que nos encontramos en un Estado donde el aborto es legal. De inmediato, se entendió muy bien esos datos que presenté al inicio: mientras más barreras de acceso al aborto, mayor es el miedo de que tu vida puede estar en peligro. Vivir la noticia tan de cerca me inspiró a escribir aquí sobre el impacto psicológico de esta opinión judicial. Pero, además, estoy consciente que el tema de la salud mental está agarrando vuelo en el ámbito multilateral.

Mientras que los jueces del órgano judicial más importante de Estados Unidos redactaban su opinión controversial, la OMS publicaba su más reciente informe sobre el estado de la salud mental en el mundo. El Fondo de la ONU para la Infancia, mejor conocido como UNICEF, también dedicó su reporte sobre el estado de la niñez del 2021 a este tema. Inclusive México, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, organizó una discusión informal en ese órgano exclusivamente enfocada al acceso de servicios de salud mental y apoyo psicosocial en situaciones de conflicto, post conflicto y humanitarias.

En resumidas cuentas, la decisión de la Suprema Corte podría servir como un precedente legal en otros países que están a punto de legalizar la interrupción del embarazo. Y de ser el caso, la imposición de mayores barreras a estos servicios, ni el estigma en torno a su acceso conllevaría implicaciones serias a la salud mental y el bienestar emocional de una población que sigue sufriendo las secuelas psicológicas de la pandemia por COVID-19.

Mientras tanto, el presidente Biden acaba de firmar una orden ejecutiva con miras a salvaguardar el acceso a la atención al aborto y a los anticonceptivos a nivel federal, ofreciendo un pequeño respiro en medio de la tormenta. Sin embargo, quienes padecemos ansiedad, sabemos que hay mucho camino que recorrer para calmar la angustia que conlleva el no poder decidir sobre tu propio cuerpo.


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