Frontera Comalapa, la vida y la omisión
En los dos años recientes Frontera Comalapa se ha transformado, porque este lugar ya no es el pueblo al que se puede llegar a bañar al río. Comalapa cada día se vuelve más Comala.
Por Ángeles Mariscal
Hay un pueblo que está en la frontera sur de México. Se llama Frontera Comalapa. Cuando recién supe de él, su nombre me remitió a “Comala”, el de la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo y, durante mucho tiempo, me pareció poético.
Hasta hace poco tiempo las similitudes quedaban sólo en el nombre y la armonía del sonido al pronunciarlo, porque Frontera Comalapa es un lugar atravesado por ríos que recorren sobre piedras calizas, lo que les da tonos verde-azules tornasolados, frescos y pacíficos. También es un lugar de árboles gigantes, de vegetación espesa y tierra pródiga que da fruto.
Un amigo me contaba que cuando era niño, sus padres -que vivían a 94 kilómetros- organizaban excursiones en verano para ir a acampar “al río” de Comalapa.