Por Lourdes Encinas
La elección de una mujer como presidenta de México es un hito que merece ser destacado. Representa la ruptura del llamado “techo de cristal”, esas barreras invisibles, pero poderosas que han impedido históricamente el acceso de las mujeres a los puestos más altos del poder político.
Al llegar a la presidencia, Claudia Sheinbaum rompe ese techo y tiene la oportunidad de redefinir lo que es posible para las mujeres mexicanas en el ejercicio público. Este es un avance significativo en la lucha por la paridad en la política mexicana, que será inspirador para una nueva generación de niñas y jóvenes.
Sin embargo, esta victoria simbólica contrasta fuertemente con la realidad que enfrentan millones de mujeres en el país, atrapadas en lo que se conoce como el "suelo pegajoso" de la violencia, la desigualdad social y económica.
El techo se rompe en la cima, pero el suelo sigue pegajoso
El “techo de cristal” se rompe en la cima, pero para poder llegar ahí hay que lograr salir del “suelo pegajoso”, concepto que define las fuerzas que mantienen a muchas mujeres atrapadas en la base de la pirámide económica y social.
A diferencia del “techo de cristal”, que afecta principalmente a mujeres que ya han alcanzado cierto nivel profesional, el “suelo pegajoso” impide que millones de mujeres asciendan en la escala socioeconómica. Mujeres que ni siquiera pueden ser parte de la conversación sobre derechos políticos, paridad o acceso a puestos gerenciales, porque están luchando por superar los desafíos más básicos.
Este fenómeno se manifiesta en múltiples formas:
1. Pobreza. El 36.9% de las mujeres mexicanas vive en situación de pobreza, porcentaje similar al de los hombres (35.6%), pero la situación se agudiza en las mujeres al dedicar más tiempo al trabajo de cuidados. De acuerdo con el CONEVAL, entre 2016 y 2022, la brecha en la participación económica se situó en 26 puntos porcentuales (pp.) entre hombres y mujeres fuera de pobreza, ampliándose a 37 pp. en la población en situación de pobreza.
2. Doble jornada. Las mujeres mexicanas dedican en promedio 37.9 horas semanales al trabajo no remunerado (doméstico y de cuidados), mientras que los hombres sólo dedican 25.6 horas. El INEGI estima que el valor del trabajo no remunerado en los hogares asciende a 7 billones de pesos, equivalente al 24% del PIB nacional (por arriba de la industria manufacturera y el comercio con 22%).
3. Brecha por ingresos. Mientras que el ingreso mensual promedio de los hombres es de 9,762 pesos, el de las mujeres es de 6,360 pesos, una brecha del 35% (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares).
4. Violencia de género. El 70.1% de las mujeres de 15 años y más han experimentado al menos un incidente de violencia a lo largo de su vida, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares. Con información del SESNSP, El Universal documentó que durante el gobierno de AMLO se registraron 5,227 feminicidios y 15,634 homicidios dolosos de mujeres.
5. Desigualdad de oportunidades. México se encuentra en el lugar 33 de 146 países en el Índice Global de Brecha de Género 2024, realizado por la OCDE, manteniéndose en el mismo sitio que en 2023, pero bajando uno en los países de América Latina y el Caribe. Su mayor puntuación es en el acceso de las mujeres a cargos públicos (leyes de paridad) y sus principales retos están en la participación económica y el desarrollo de capacidades científicas y tecnológicas.
La paradoja del progreso desigual
La coexistencia de una mujer en la presidencia con millones de mujeres luchando contra el suelo pegajoso ilustra una paradoja en el progreso de la igualdad de género. Debemos reconocer que el avance en la representación política, aunque importante, no es suficiente por sí solo para transformar las condiciones de vida de la mayoría de las mexicanas.
Claudia Sheinbaum tiene la responsabilidad histórica de que su presidencia vaya más allá de un simbolismo y se traduzca en la implementación de políticas que aborden las raíces estructurales de la desigualdad, desde el mercado laboral hasta la redistribución de las tareas de cuidado.
Con su llegada a la presidencia, reconocemos la ruptura del “techo de cristal” en la política mexicana, pero no debemos olvidar la urgente necesidad de disolver el “suelo pegajoso” que atrapa a millones de mujeres en este país. Sólo cuando logremos avanzar en ambos frentes podremos hablar de un verdadero progreso hacia la igualdad de género en México.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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