Los infiernos en los que Thais fue encerrada por sus propios padres

Hoy, gracias a un videojuego y una coincidencia, Thais está fuera de la clínica y lejos de sus padres, quienes tratan emitir una ficha de búsqueda en el Edomex, haciéndola pasar por desaparecida.

Los infiernos en los que Thais fue encerrada por sus propios padres
Lourdes Mendoza

Sin un historial clínico previo, y con una repentina reaparición de sus padres, poco después de la muerte de su abuela materna, el caso de Thais Anabella Gerardi Russek, que hoy tiene 30 años, exhibe, por una parte, cómo los lazos familiares más fuertes pueden quebrarse en el nombre de la codicia y los intereses personales; y, por otro lado, las prácticas inhumanas, arbitrarias y autoritarias que siguen realizándose al interior de centros que, se supone, velan por el bienestar de la salud mental.

Hoy, estando oculta, Thais da cuenta de las atrocidades de las que fue objeto en el psiquiátrico las Margaritas, en la alcaldía Tlalpan.

EL INICIO DE LA PESADILLA

Fue el 7 de noviembre de 2021 cuando los agresores ingresaron a su vivienda, trataron de someterla, tirándola al piso y amarrándola a una camilla, por instrucciones de su padre, la subieron a una camioneta contra su propia voluntad.

Quizá por sus gritos de auxilio, una patrulla del Edomex se aproximó a la escena y, pese a que la joven acusó que estaba siendo privada de su libertad, el policía se retiró de la escena luego de hablar con su padre.

Thais fue inadecuadamente medicada, quesque en nombre de una terapia que no necesitaba y que no se sustentaba con ningún antecedente psiquiátrico; retenida, e imposibilitada de salir, pese a que el propio centro afirma que su ingreso fue voluntario; a la par que sus padres iniciaron un juicio de interdicción para tener carta abierta para administrar su patrimonio.

Fueron su esposo Saúl Jurado y su amigo Fabio Guerrero, quienes nunca quitaron el dedo del renglón.

Por las presiones legales, Pierre André y María Eugenia, sus padres, reconocieron que la joven se encontraba internada en un hospital psiquiátrico Margaritas, pero afirmaban que su ingreso había sido voluntario.

Y gracias a un amparo, pudieron comunicarse con ella por primera vez y se enteraron de cómo la metieron y retenían a la fuerza.

De hecho, un día, Saúl y Fabio decidieron ir directamente a la clínica, para exigir su salida, pero la encargada lo impidió, pues existía una orden explícita de los padres para mantenerla ahí.“Si ella entró como sus padres afirman voluntariamente, pues igual debería de poder salir”.

Ojo en este dato: dos meses antes de que fuera internada falleció la abuela dejándola como su heredera y así, muy oportunamente, sus papás, con quienes Thais llevaba unos 10 años sin una relación cercana, regresaron a su vida.

Luego, en febrero de este año, sus padres la mandaron a un PATH, un centro clínico en Morelos, más aislado para tener aún más control de ella.

Si el contacto con Thais era complicado para Saúl y Fabio, a partir de entonces fue casi nulo, hasta que a inicios de abril sus padres se acercaron a ella, aparentemente conciliadores y la llevaron a su casa por unos días, pero le exigieron: que se retiraran las acusaciones en su contra, entre muchas otras cosas.

Con esta nueva actitud “amigable y compasiva”, Pierre André y María Eugenia prestaron a Thais una computadora con Steam, una aplicación de juegos integrada. E increíblemente fue gracias al juego DOTA, en dicha plataforma, que ella pudo ponerse en contacto con Fabio, quien finalmente logró sacarla de su casa el 12 de abril, y la llevó a realizar una denuncia por todo lo vivido ante la Fiscalía de Secuestros de la CDMX, pero fue hasta el 16 de abril que pudo declarar.

Desde entonces, adormilada, aturdida y saliendo de los efectos del cóctel que le recetaron, y cuyas sustancias desconocía, Thais ha ido contando cómo fue su estancia en el lugar; desde las ocasiones en que fue inyectada sin su consentimiento y - desde luego sin un diagnóstico que justificara este acto- hasta el aire de superioridad con el que los médicos y cuidadores tratan a los pacientes, sometidos, deshumanizados. Thais no sólo fue mantenida ahí contra su propia voluntad; sino que el lugar justificaba su encierro como una decisión de ella. Maltratada, cuando buscaba mediante sus allegados otra forma de escapar, la injerencia de los padres entre el personal que encabeza el lugar era el tope final.

Fabio no lo duda: “habría sido más sencillo sacar a Thais de la cárcel, si fuera el caso, que de un centro psiquiátrico”, menciona.

El poderío de los padres no sólo se debió a los documentos falsos y un posible acuerdo con la clínica, sino que la indiferencia y negligencia de las autoridades, quienes enseguida archivaron el caso al ver que se trataba de una persona internada por supuestos temas de enfermedad mental.

Hoy, gracias a un videojuego y una coincidencia informática, Thais está fuera de la clínica y lejos de sus padres, quienes tratan emitir una ficha de búsqueda en el Edomex, haciéndola pasar por desaparecida.

Así pues, su actual libertad no significa que ya está fuera de peligro. Por ello, sigue buscando visibilidad a su caso, y también una revisión a los estándares de operación de centros como las Margaritas y el PATH, donde la humanidad de los enclaustrados es menos que un dicho, y no se sabe cuántas personas podrían estar encerradas en una situación similar a la suya, y confinadas por el abandono de una mínima justicia.

@lumendoz

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