Eclipsados

Un merolico, un mimo y un cirquero no eclipsaron a nadie ni convencerán a nadie.

Eclipsados
Mónica Hernández

Por Mónica Hernández

El debate llegó y se fue y lo que dejó fue un horroroso sabor de boca para los que nos aventuramos a verlo, leer sobre él o peor, opinar. Sin propuestas, sin confianza, sin seguridad. Un merolico, un mimo y un cirquero no eclipsaron a nadie ni convencerán a nadie para salir a votar, si es que ese alguien ha decidido que no le vale la pena el esfuerzo. Porque el que ya tiene decidido su voto no lo cambiará, debates 2, 3 y los que echen encima. Terrible. Memes y bromas aparte, lo verdaderamente preocupante es que los mexicanos nos hemos acostumbrado a quedarnos con la opción menos mala, no con una buena. Seguramente porque estamos convencidos que no nos merecemos nada mejor. Para rematar, uno de esos tres personajes será el próximo presidente de México (sí, una mujer presidente está bien dicho, gramaticalmente hablando).

Por fortuna, del cielo llegaron los elementos a sorprendernos. No, no estamos jugando Lotería, ni tampoco echando las cartas del Tarot. Un eclipse de sol se enseña de manera que toda tu vida te acuerdas, porque se hace desde la escuela de educación básica: un compañero se pone entre otros dos e impide que uno vea al otro, por culpa del “salero” de en medio. Ya para la educación secundaria te explican que el diámetro del sol, cuatrocientas veces más grande que el de la luna, queda cubierto por la distancia que hay entre la Tierra, la luna y el Sol.

Como diría mi estimadísima Edmée Pardo, había que leer el cielo, había que leer al sol y la luna y la posición de ambos con respecto a la Tierra. También a la nada casual alineación de constelaciones y hasta un cometa.