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Por Bárbara Anderson

“Yo hasta los 33 años no sabía cómo era un aula, cómo era estar rodeada por compañeros y un maestro. Me lo imaginaba, solo por lo que me contaban mis hermanos o lo que veía en las películas. Siempre era como un sueño”.

El recuerdo, con voz entrecortada (mitad emoción, mitad melancolía) es de Lupita, perdón, de la Licenciada en Educación Guadalupe Marta Rivera Montoya.

Esta semana, a los 51 años, esta mujer con parálisis cerebral terminó la universidad y “empiezo el largo camino de encontrar una oportunidad laboral, una oportunidad para demostrar que si soy capaz, que he podido conseguir mi título. Quiero poder retribuir ahora a mi familia y a quienes creyeron en mí, cuando incluso yo no veía hasta donde podía llegar”.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.