Una noche en el Mictlán

La Muerte mueve sus dedos y empieza a entrelazar los corazones de los muertos con sus vivos.

Una noche en el Mictlán

Por Marilú Acosta

Una pesada y alta puerta color cempasúchil se abre para que Gerente atraviese un pasillo silencioso, al final Gerente se detiene.

Adelante dice la Muerte.

Gerente se quita los zapatos llenos de polvo del Inframundo y se sienta frente a una gigantesca ofrenda con miles de nombres. Ya tengo la planeación del próximo año, dice la Muerte, mirando la ofrenda, hay mucho trabajo, como siempre. ¿Qué es lo que tenemos pendiente?, pregunta. Gerente se aclara la garganta: tenemos dos cuellos de botella: los que solicitan informes y una zona señalada como Metztli Xictli. La Muerte lo observa o al menos eso piensa Gerente porque debajo de la capucha sólo hay obscuridad. Veamos. Se enciende una pantalla en la pared, ahí se ven todos los carriles, la reciente pandemia hizo que la administración del Inframundo abriera más carriles con casetas automatizadas en todo el mundo. Los muertos que ya conocen el procedimiento encienden sus relojes eternos para conectarse vía bluetooth a las ofrendas puestas por sus deudos. Un bip les anuncia que pueden pasar por el carril del global exit. El problema son los nuevos.

La imagen se centra en las casetas de informes. Gerente comenta: Hay unos que ni siquiera llegan etiquetados y su familia no sabe en dónde están. La Muerte hace una especie de zoom a esa caseta. ¡Ah, las guerras! Gerente asienta, sí, las guerras y Metztli Xictli, comenta al volver a verificar su correo. Aún sin respuesta más que el correo automatizado notificándole que el ticket se ha generado con éxito para su pregunta “¿Dónde es Metztli Xictli?” y que a la brevedad será asignado al siguiente políglota disponible. La Muerte se gira hacia Gerente, desde la obscuridad sale la voz, ¿preguntas por Metztli Xictli? Es México.

Gerente abre los ojos ampliamente, y se para acercándose a la pantalla ¡México, claro! Estamos muy preocupados por esta situación en el centro de comando, no vamos a poder emparejar a todos los muertos con sus familias, faltan pocas horas para que se cierre el portal. La Muerte apaga la pantalla mientras que la ofrenda de la planeación 2023 se transforma en la del 2022. Gerente, hoy vas a conocer otra faceta de la Muerte. Gerente palidece, se encorva esperando la furia de la eternidad. La Muerte se lleva las manos a la capucha no me pierdas de vista, dice. Gerente tiene la mirada fija en el hueco de la capucha. Las manos están ocultas por su vestimenta y en un segundo, la obscuridad se torna luz. Las pupilas de Gerente se contraen inmediatamente con un agudo dolor. Una vez que puede enfocar, Gerente siente un escalofrío recorrerle la nuca.

La Muerte se expresa en todo su esplendor, su color es una mezcla de plateado y naranja brillante, de su espalda salen una alas enormes, su mirada es penetrante y se engancha con lo más profundo de tu ser. Su figura irradia amor, paz y tranquilidad. Las rodillas de Gerente se doblan, se sienta sin despegar sus ojos de la Muerte.

Verás, no es la primera vez que tenemos esta situación con México, aunque ha aumentado considerablemente en estos últimos cuatro años. Cada vez hay más muertos no etiquetados, algunos desmembrados y muchos se quejan de haber llegado por no haber tenido una buena atención en salud. Todo está contemplado. La Muerte acerca sus manos luminosas a lo que parecen las manecillas de un reloj, las detiene. No te preocupes más por el tiempo. Gerente sigue sin poder hablar. Ahora vamos a poner en orden a todos. La habitación en donde estaban se ha convertido en un amplio espacio donde todos los muertos acumulados en la salida del Mictlán están alineados. La Muerte mueve su mano derecha y de sus dedos salen rayos de luz que conectan con el corazón de todos los muertos. Mueve su mano izquierda sobre la tierra para encontrar a todos los seres queridos, con ofrenda o no; sabiendo y no. La luz se conecta con sus corazones. Como si estuviera dirigiendo una orquesta, la Muerte mueve sus dedos y empieza a entrelazar los corazones de los muertos con sus vivos.

Las casetas dejan pasar ordenadamente a todos. Se comienza a sentir la nostalgia de quienes regresan con sus seres queridos. Se sienten los abrazos, las palabras dentro de los sueños, las manos en los hombros, las lágrimas que se atoran en la garganta, las cosas que se mueven de lugar y ese viento frío que rodea las orejas. Las manecillas retoman su movimiento, los muertos regresan, satisfechos, sonrientes y llenos de amor. La Muerte vuelve a tener la capucha puesta. Gerente se levanta, gracias. Se pone sus zapatos y regresa al Mictlán.

@Marilu_Acosta

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