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Por Rosa Covarrubias

Cuando eres niña, la práctica de un deporte suele ser un juego, diversión o porque los  padres necesitan que esa energía que tienen la gran mayoría de los niños, sea canalizada. Cuando eres niña juegas a ser una deportista de élite, tienes el sueño de estar en las competencias más grandes, representar a tu país en unos Juegos Olímpicos o un Mundial de Futbol, algo que pocas logran. 

El camino jamás será sencillo por la competencia interna, porque debes ir superando etapas como una eliminatoria estatal, regional y finalmente llegar a un selectivo nacional para ser escogida, y aunque el camino suele ser complejo para todos, es más sinuoso para las mujeres con respecto a lo que viven sus colegas hombres. 

Cuando pasas la mayor parte de tu tiempo con personas “extrañas” al primer núcleo conocido como familia (padres, hermanos, tíos, abuelos, etc.),  esos extraños suelen convertirse en tu “familia”, una que en algunos casos puede convertirse en tu peor pesadilla. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.