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Por Tamara Mena

Durante toda mi vida, hasta hace poco, la respuesta inmediata a la pregunta: “¿Quieres ser mamá?” era “Sí”. Incluso recuerdo los años en donde tenía el plan perfectamente claro: casarme a los 26, tener hijos a los 28, ser millonaria a los 30… y no solo quería tener un hijo, la Tamara de ese entonces ya hasta sabía los nombres de sus 4 hijos.

Estoy en mis 30’s… y ni me he casado, ni soy millonaria y lo único que tengo es una perra y dos gatas divinas.

No, no es necesario que sientas ningún tipo de compasión por mí por creer que no cumplí ninguno de esos “planes” –si se le pueden llamar así–; al contrario, todas las noches me siento en la orilla de mi cama y reflexiono sobre lo afortunada que soy de haber nacido en los tiempos en los que nos toca a estas generaciones romper con lo que “tenía que ser”.

A mi mamá, a mi abuela, a mi bisabuela e infinita línea ascendente, les tocaba aguantar. Si tenían más de 20 años y no estaban casadas, la presión social era un infierno (misma que vivimos ahora pero bajo diferentes circunstancias). Si no eran felices en sus matrimonios, la palabra “divorcio” –por la religión y las creencias familiares– no era ni siquiera una opción sobre la mesa. ¿Qué hacían? Se aguantaban literalmente hasta que la muerte los separara. ¿Y sobre los hijos? Pues los que Dios mande porque a eso vinimos las mujeres a este mundo: a maternar.

Me toca ser la generación que se pelea en las comidas familiares. Que pone temas incómodos sobre la mesa, de los que está “prohibido” hablar. Y no porque no se pueda, sino porque nadie se atreve a hacerlo.

Me toca ser quien le explica a su madre, a su abuela, a sus tías… que “irse a vivir con el novio” no es pecado. Que si una se casa y no funciona, no pasa nada si se divorcia. Que es más valiente tomar la decisión de irse de ese lugar en el que no está feliz, que quedarse porque “¿qué van a decir?”; y que es mejor venir de un “hogar roto” que vivir en uno.

Me toca poner sobre la mesa los pros y cons de tener hijos, con la misma y enorme responsabilidad de informarme, entender los métodos anticonceptivos y planificar. Conozco muy pocas mujeres que hayan tenido hijos decidiendo conscientemente tenerlos y planeándolos de manera responsable.

Si tú estás leyendo esto y eres mamá, seguramente me vas a decir que es lo mejor que te ha pasado en la vida, porque el amor incondicional hacia tus hijes es indescriptible. Mis preguntas para ti son: ¿Sí querías tenerles? ¿Decidiste en qué etapa de tu vida? ¿Lo planeaste? ¿Cumpliste tus metas de vida que querías cumplir antes de embarazarte? No porque una cosa esté peleada con la otra, sino porque es tan importante planear un hijo como planear estudiar una maestría, o comprar una casa, o casarte o cualquier decisión que consideres “life changing” (que te cambia la vida).

La presión de mi familia por tener hijes se ha apaciguado conforme las pláticas profundas y las peleas familiares pasan, pero la presión del tiempo no. Qué mala suerte que las mujeres tengamos que decidir tener hijos antes de los treinta y tantos porque biológicamente se empieza a complicar. Sé que hoy por hoy hay opciones científicas que nos regalan unos años más: congelar los óvulos, inseminación artificial, gestación subrogada y ene cantidad de tratamientos posibles para lograr tener un bebé, pero cada que tengo que pensar para tomar esta decisión, mi cabeza se inunda de dudas y miedos:

¿Y si me arrepiento? ¿Estoy tomando la decisión yo o mi pareja? ¿O es algo que mi familia sembró en mí desde que era pequeña? ¿Qué voy a hacer en 10 o 20 años si no es tener una familia con hijes?

En una de estas conversaciones terapéuticas con una amiga a la que quiero y admiro mucho, le pregunté si había decidido si tener o no tener hijos. Ella muy contundente me dijo que no, que estaba prácticamente segura que no quería. A lo que respondí: ¿Y qué pasará cuando todas tus amigas y conocidas tengan hijos de 5, 10, 15 años, y tú no? ¿Y si te divorcias de tu esposo con el que estás hoy tomando la decisión de no tener? ¿Te sentirás sola? ¿Sentirás miedo y arrepentimiento? ¿Estás 100% segura que no quieres?

Su respuesta es de esas que te cambian la vida. Me dijo –y cito–: “Estoy segura que encontraré a alguien con quien compartir las mismas circunstancias. Seguro habrá una amiga, una prima, una conocida que quiera hacer ese viaje que nadie puede o quiera ir a donde nadie quiere. Y si no es ninguna de mis amigas y conocidas actuales, ya encontraré a alguien que se convierta en mi compañera o compañero de vida”.

Mi perspectiva cambió por completo. Sí, soy muy afortunada de poder decidir. De tener la opción de decidir. Si tengo hijos –que hoy no sé si quiero tenerlos o no– ya es una decisión que tengo la oportunidad de tomar, sin dejar que el miedo la tome por mí.

¿Será peor cumplir 40, 45, 50 y arrepentirse de haberlos tenido? Estoy segura que ninguna mujer va a admitirlo, pero si pudieran regresar el tiempo, ¿qué harían?

Para terminar, dicen que en unos años habrá una ‘pandemia’ de mujeres sin hijos. ¿Qué tiene de malo ser una de ellas?

@Tam_Mena

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